1 febrero, 2014

“Puesto que las guerras nacen en la mente de los hombres, es en la mente de los hombres donde deben erigirse los baluartes de la paz” Constitución de la UNESCO, 1945

Desde 1964, para conmemorar la muerte de Gandhi, se celebra el 30 de enero el Día Escolar de la No Violencia y la Paz, reconocido por la UNESCO en 1993.En esta fecha se recuerda la necesidad de la educación para la tolerancia, la solidaridad, el respeto a los Derechos Humanos, la no violencia y la paz.

En todos los centros educativos hemos organizado actividades específicas para conmemorarlo. Pero el trabajo por la paz y la no-violencia no debe limitarse a este día, sino que debieran existir estrategias y actuaciones planificadas y de carácter global para trabajar durante todo el curso escolar. La Cultura de Paz debe constituir un principio básico del Proyecto Educativo de centro a desarrollar en el Plan de Convivencia.

Según la definición de las Naciones Unidas (1998, Resolución A/52/13), la cultura de paz consiste en una serie de valores, actitudes y comportamientos que rechazan la violencia y previenen los conflictos tratando de atacar sus causas para solucionar los problemas mediante el diálogo y la negociación entre las personas, los grupos y las naciones. La Declaración y el Programa de Acción sobre una Cultura de Paz (1999, Resolución A/53/243) identifica ocho ámbitos de acción:

  1. Promover una cultura de paz por medio de la educación.
  2. Promover el desarrollo económico y social sostenible.
  3. Promover el respeto de todos los derechos humanos.
  4. Garantizar la igualdad entre mujeres y hombres.
  5. Promover la participación democrática.
  6. Promover la comprensión, la tolerancia y la solidaridad.
  7. Apoyar la comunicación participativa y la libre circulación de información y conocimientos.
  8. Promover la paz y la seguridad internacionales.

Desde mi humilde aportación, me gustaría plantear una serie de intervenciones educativas dirigidas a promover valores, actitudes y comportamientos que propicien la cultura de paz, como la solución pacífica de los conflictos, el diálogo, la búsqueda de consensos y la no violencia. Las actuaciones a desarrollar se englobarían en dos grandes bloques: Programas dirigidos a cultivar la vida interior de los alumnos y favorecer su autoconocimiento, y Programas de prevención que permiten crear un clima positivo de convivencia.

  1. Programas destinados a cultivar la vida interior de los alumnos:

  • Programas de Atención Plena (mindfulness) como un estilo de vida basado en la consciencia y la calma que nos permite vivir plenamente en el momento presente. Podemos y debemos enseñar a nuestros alumnos a sentir y disfrutar momentos de calma interior, paz y sosiego que les ayudan a afrontar los problemas con mayor capacidad de autocontrol. Existen investigaciones muy interesantes dentro del campo de la neurociencia que muestran avances significativos y revelan beneficios muy interesantes en el desarrollo cerebral. (Sobre este tema profundizaré en mi próximo blog).
  • Programas de Inteligencia Emocional. P. SALOVEY y J. MAYER (1.990): Incluyen la inteligencia intrapersonal e interpersonal en el concepto de “Inteligencia emocional” como “la capacidad de percibir los sentimientos propios y de los demás, distinguir entre ellos y servirse de esa información para guiar el pensamiento y la conducta de uno mismo”. Estos programas tendrán como referencia el trabajo en COMPETENCIAS INTRAPERSONALES: Autoconciencia Emocional, Autonomía emocional y Bienestar personal, y COMPETENCIAS INTREPERSONALES: Conciencia Socio-Emocional, Regulación Socio-emocional, Convivencia y cuidado Emocional y Bienestar común. Si fomentamos el equilibrio personal y emocional, estaremos dotando a nuestros alumnos de unas herramientas imprescindibles para el crecimiento de personas seguras, reflexivas, activas, responsables,..

  1.  Programas y actuaciones de prevención que permiten crear un clima positivo de convivencia:

  • Programas de Mediación Escolar. La mediación asume el reto de hacer frente a los propios conflictos de manera positiva, eludiendo cualquier forma de violencia y promoviendo la reconciliación entre las partes además de la reparación de los daños causados. Este proceso supone por tanto una gestión constructiva (comprometida, no violenta y positiva), creativa (inventando nuevos caminos, formulando ideas originales y abriendo nuestro pensamiento), cooperativa (reconociendo, revalorando y dialogando con las otras personas) y crítica (equitativa, transformadora y pacífica). La mediación es un proceso que impulsa la desconstrucción y la construcción compartida de significados convirtiendo a las personas en verdaderos protagonistas de la transformación cultural, social, científica, técnica y emocional de su entorno. Si dotamos a nuestro alumnado de esta herramienta, estaremos asentando un pilar básico para sus relaciones interpersonales, garantía de éxito como persona competente a nivel personal y social.
  • Programas de Comunicación no Violenta que ayudan a adentrarnos en nuestro mundo interior, a discriminar las necesidades básicas y humanas que nos mueven a actuar para satisfacer necesidades descubiertas, a aprender a desarrollar un lenguaje comunicativo de sentimientos y necesidades. Es un modo de pensar y de hablar que aspira a fomentar a comprensión y el respeto mutuo en las relaciones. Se aborda desde dos planos: la intención de ser tolerantes y la búsqueda de la conexión con los demás y con uno mismo. El trabajo en esta línea debe ser bidireccional. Por un lado, somos debemos ser un ejemplo de comunicación positiva para nuestros alumnos y por otro tenemos que sistematizar la enseñanza de técnicas incluidas en este tipo de programas que les van a permitir comunicarse con los demás de forma positiva y ser compresivo con uno mismo y con los demás, es decir, ser al mismo tiempo auténtico y empático.
  • La participación como un contenido de aprendizaje que debe enseñarse y no sólo como un derecho. Debe ser un aprendizaje práctico, abordado por medio de actividades en las que los alumnos desarrollen su identidad personal y sentimientos de pertenencia a la colectividad, autoestima, autonomía y responsabilidad. Debemos crear cauces de participación democrática pero real, como podrían ser:

Formación en las sesiones de tutoría (primaria y secundaria) sobre la participación democrática y valores como la cooperación, la pluralidad de ideas y las actitudes críticas, siempre desde el respeto. Dar a conocer el funcionamiento de estructuras democráticas, iniciándoles por las más próximas (Barrio, Ayuntamiento, etc.).

Valoración del papel del Delegado, de sus reuniones y de las asambleas de clase. La formación de asociaciones de alumnos permitirá desarrollar el comportamiento democrático.

Participación de todos los alumnos del centro en la elaboración de normas de centro y medidas correctoras, además de su revisión. Cuando un alumno participa en ese proceso de elaboración, se siente más comprometido en su cumplimiento. Y tan importante es el proceso como el resultado final. El Reglamento de Régimen Interno debe ser el resultado de un trabajo conjunto de la comunidad educativa.

Creación de Equipos de Alumnos Ayudantes/Mediadores en los que se abordan aspectos sobre el funcionamiento y clima convivencial del centro en reuniones periódicas y sistematizadas dentro de la planificación del centro.

Comisiones de trabajo relacionadas con actividades culturales, deportivas, salidas, etc.

Estoy convencida de que si trabajamos en esta línea, nuestros alumnos y futuros ciudadanos, contribuirán a crear un mundo más justo donde se cumplan esos ocho ámbitos de acción recogidos en La Declaración y el Programa de Acción sobre una Cultura de Paz de la UNESCO. Entre todos construiremos un mundo donde impere la comprensión, el respeto, la justicia y la paz.

“No hay camino para la paz, la paz es el camino”. (Gandhi)