14 diciembre, 2014
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Hace ya unas cuántas semanas, que la Navidad ya comenzó ha anunciarse en comercios, publicidad, internet, etc. Y apuesto que en los centros educativos este llamado “espíritu navideño” también se hizo presente. Sé de primera mano que en muchas escuelas, los Reyes Magos, han pasado a segundo plano, y es Papá Noel el protagonista principal, debido al carácter religioso de estos.  Cada centro tiene sus propios criterios en el momento de elegir  que celebraciones son las que se reflejaran en las programaciones didácticas. Y así como en muchas escuelas se celebra “Halloween”, aún en la mayoría se sigue celebrando la Navidad.  

 “Los cambios sociales han provocado la desaparición de muchas fiestas populares. La globalización, ciertos condicionantes mercantiles, la promoción desde medios de comunicación han importado e implementado celebraciones de otros países como, a modo de ejemplo, Hallloween compitiendo con la fiesta de Todos los Santos” (Texto Celebración de fiestas populares en las escuelas-J.Teixidó y equipo-2012)

Sin embargo, también aprecio que no se realizan ya  trabajos que plasmen demasiado las connotaciones religiosas propias de este festejo, debido a la presencia de niños de diferentes nacionalidades y familias  con creencias religiosas que no celebran la Navidad. Se cambian  los Villancicos que hablan de la Virgen, el niño Jesús, por otras  canciones que hacen referencia al invierno, al frío. Pero, sí permanecen los festivales navideños, en los cuales el  alumnado realiza sus actuaciones y las familias asisten, por supuesto entusiasmadas por ver a sus niños o niñas participar. 

¿Y aquí surge mi inquietud,  sí acudimos a celebrar los festivales pero quitamos el matiz religioso de una fiesta que celebra la comunidad cristiana, porque la escuela tiene niños y niñas que provienen de familias chinas, marroquíes, rusas, rumanas, polacas, colombianas,argentinas, ecuatorianas…?  Desde mi punto de vista, que se basa en el respeto, hacia todas las religiones, creencias, costumbres y tradiciones; quizás una opción sería  incluir qué se hace en otros sitios del mundo mientras en mi entorno más cercano se celebra la Navidad. Porqué no hacer una fiesta que permita que las familias se acerquen y cuenten sobre sus propias vivencias en estos días de fiestas. Otra mirada puede ser que  nuestra propuesta ya no sea tanto de celebración, sino más que de trabajar la “Navidad”, aprovechando para tratar temas como el consumo responsable, elaboración artesana de tarjetas navideñas, campañas de recogida y reciclaje de juguetes, talleres de cocina de diferentes recetas, utilizar las TIC (internet) para investigar, grabar mensajes de paz y buenos deseos para otros niños y niñas del mundo, etc.   Cada centro con criterio, sentido común y conocedor de su realidad deberá adaptar esta fiesta que está muy arraigada a las tradiciones de muchas familias españolas. De esta manera sí  podemos cumplir con el objetivo de que nuestro alumnado reconozca y aprecie su pertenencia a un grupo social con características y rasgos propios, respetando y valorando otros grupos y nacionalidades diferentes.

Y ¿nuestros niños y niñas?, ¿cómo viven estos días?. Pues dejarme que les cuente, que los más pequeños, sobre todo, aprenden a través de lo que sucede en su entorno, y sí su entorno es alegría, ellos y ellas están más alegres, con ganas de contar todos los días qué  regalo quisieran recibir.Saben y ansían  que Papá Noel o los Reyes Magos, dejen sus regalos. Esto sí que es ya cuestión de cada familia…

Considero que lo importante, al fin y al cabo, es que los centros escolares se conviertan en espacios de aprendizaje generados por ese feed back de ideas, costumbres y reflexiones. Una escuela es una comunidad donde todos los implicados aprenden, y se nutren de ese espacio que nos permite reinventarnos día a día. En estas fechas señaladas, sin lugar a dudas, la escuela nos ofrece la oportunidad de construir una atmósfera centrada también en la esfera de los sentimientos. Tal como expresa M. A. Santos Guerra, “Con la habilidad para comprender que cada uno es distinto, que tiene sus motivos y sus expectativas, diferentes a las de cualquier otro. Este tipo de inteligencia es fundamental para el aprendizaje porque sustenta el pacto entre los miembros de la comunidad. (La escuela que aprende)

Mi deseo para todas las escuelas del mundo y sus comunidades educativas, es sencillo, pero de gran envergadura: ¡Sed felices!