13 febrero, 2015

“Los individuos nos acostumbramos a resistirnos a los cambios. Nos adaptamos a ellos porque vienen dados no porque queramos cambiar o pretendamos impulsar procesos de transformación social”. Podemos estar de acuerdo o no con esta afirmación de Salvador Cardús, pero la verdad es que nos invita a reflexionar sobre como la participación social favorece la cohesión y el papel que tiene la acción comunitaria en esta situación.

Esta reflexión se hacía precisamente en las jornadas “nuevas mitades en la acción comunitaria”que organizóel Departamento de Bienestar Social y Familia de la Generalidad de Cataluña.

Nos encontramos en un contexto incierto y cambiante donde las personas no promovemos el cambio sino que nos adaptamos al cambio una vez nos lo encontramos; también podríamos afirmar que la participación no debería ser un vehículo para transformar la sociedad sino para que la ciudadanía tenga la oportunidad de expresarse. En definitiva, no se debe perseguir la transformación social sino respetar a los individuos a través de impulsar la diversidad y la pluralidad. Eso quiere decir que desde las diferentes entidades, asociaciones e incluso escuelas podemos pensar en hacer cosas distintas para trabajar de forma comunitaria. De esta forma no priorizamos el proceso, sino el hecho que las personas no se encuentren aisladas.

La participación debe dejar de ser vista como una simple participación, sino que debe servir para establecer vínculos sociales para evitar el aislamiento de las personas. En este post os quiero presentar una iniciativa que se llevo a cabo el curso escolar 2013-2014. La profesora Marga Plaza de la escuela Petit Plançóde Olot colaboróde forma voluntaria en tareas de alfabetización a personas ya alfabetizadas en su país de origen pero con ganas de ampliar su conocimiento en la lengua catalana y nuestros costumbres. Las sesiones se daban una vez a la semana en la biblioteca del pueblo de Sant Joan les Fonts donde junto a sus hijos que salían del colegio, se impartían clases a las distintas madres interesadas.

La educación repercute en el individuo, la productividad y las capacidades de participación e interacción social y cambia también la dinámica en la comunidad. Esta riqueza cultural que adquirieron hizo que hoy en día, muchas de estas mujeres puedan sentirse participes de la sociedad en la que viven.

En definitiva, vivimos en una sociedad donde la tendencia que tenemos se centra en seguir trabajando con la mirada enfocada en el proceso y no tanto a las necesidades que generan estos cambios constantes en nuestra sociedad. Es decir, continuamos centrándonos en la persona y no en la necesidad de decirle que debe participar de alguna forma a la vida comunitaria. Y yo me pregunto: ¿Puede alguien participar si estáaislado o es invisible?

Una vez más, tenemos un gran reto sobre la mesa, admitimos que vivimos en una sociedad cambiante y aun ser conscientes de esto, no buscamos las necesidades que generan estos cambios. Desde aquí, un reconocimiento a la compañera para involucrarse en integrar y evitar el aislamiento de cualquier ciudadano o ciudadana.