18 marzo, 2016

Acción Magistral no se responsabiliza de las opiniones vertidas por los/as expertos/as participantes en las charlas digitales.

El Experto

Sociólogo especialista en género. El experto nos explica cómo se aborda actualmente las cuestiones de género en el aula. Así mismo, analiza el papel que tienen los centros escolares en la identidad de género, enfatizando que ésta depende mucho de la sensibilidad de cada docente. También dedica un espacio para hablar de la transexualidad en la escuela y da algunas claves a los docentes de cómo educar acompañando a los jóvenes. Ha escrito libros y dado numerosas conferencias sobre las transexualidades y su tratamiento en el ámbito escolar.

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RESPUESTAS DEL EXPERTO A LAS PREGUNTAS PLANTEADAS POR LOS USUARIOS DE LA WEB

Después de escucharte, me surge la duda de ¿qué diferencias hay entre género, sexo e identidad? (Raquel, Alcoi)

El proceso de conformación de la identidad de una persona conlleva toda una vida, y lógicamente, está ligado a los procesos de socialización, que comienzan en la familia, siguen en la escuela y el barrio y el grupo de iguales se va convirtiendo en más y más importante a lo largo del tiempo. Desde que somos bebés, nuestras familias imaginan cómo seremos, generando ciertas expectativas sobre si seremos niños o niñas (eso sería el sexo) y si seremos masculinos o femeninas (se refieren a los roles de género).

Desde bien jóvenes, se nos enseñan a desarrollar más unas habilidades que otras, se refuerzan ciertos comportamientos y otros no tanto. Este comportamiento moldea a las criaturas para ser niños o niñas, dando por hecho que hay sólo dos opciones. De hecho, se crean expectativas sobre nuestros comportamientos infantiles, que en algunos casos podemos cumplir y en otros no. Para algunas familias puede aparecer una decepción cuando sus criaturas no son como esperan, generando rechazo y dificultades para desarrollar un apego seguro. Otras familias se adaptan y reajustan sus expectativas buscando estrategias para acercarse y satisfacer las necesidades de sus criaturas, y poder contribuir así a su crecimiento.

¿De qué forma el género crees que construye el mapa de lo que se espera de un chico o chica? (Víctor, Barcelona)

Nuestra sociedad segrega a las personas en hombres y mujeres a través de múltiples mecanismos, por ejemplo, a través de mecanismos administrativos que clasifican a las personas y que aparentemente parecen inocuos, como cuenta el profesor DeanSpade en su libro “Una vida normal” (Bellaterra, 2015).

Nos cuesta mucho pensar fuera de este parámetro binario (mujeres/hombres). De hecho, nos resulta insorportable cuando no podemos decir claramente si alguien es un varón o una mujer. Por poner un ejemplo concreto sobre cómo funcionan las normas que construyen las normas de género, podríamos pensar en qué pasa cuando te encuentras con una mujer embarazada. En seguida se pregunta ¿es niño o niña? No se pregunta cómo está la madre, o qué planes está haciendo la familia o si está bien de salud. Esta pregunta está apoyada por una segregación de colores, ropa, jugues y actividades que delimita el comportamiento de niñas y niños, pero también de las personas adultas. Se acompaña con una sanción social por las trasgresiones que surgen, como por ejemplo niños que desarrollan actividades consideradas femeninas (como jugar a muñecas); niñas que prefieren llevar“ropa de chico”… Esta segregación se repite cotidianamente hasta que se convierte en “lo natural”, “lo habitual”, “lo más común”. Nos lleva a pensar que “así son las cosas”, en lugar de permitir que nos demos cuenta que es una decisión que tomamos las personas, y como tal, podría ser de otra manera.

¿Es posible estar fuera de “ese mapa”? – usando tu expresión. En el año 2010, una familia canadiense decidió que no iba a decir si su tercer bebé era una niña o un niño. Este hecho, que puede parecer algo privado o delimitado a las vivencias de una familia en particular, se hizo muy conocido internacionalmente por su difusión en los medios de comunicación. Se especuló mucho si Storm, como se llama la criatura, tendria una vivencia muy extravagante, incluso si constituía una forma de maltrato. O si esta vivencia podría permitir que pudiera elegir más tarde con qué género se identificaba, en lugar de tener que asumir lo que se había decidido antes de poder tener capacidad de raciocinio. El libro “Buscando el final del arco iris” (Bellaterra, 2015) recoge esta experiencia y la de otras muchas familias que cuestionan con sus vivencias cotidianas las normas de género que habitualmente damos por buenas. No estaban solos en esta tarea de querer pensar y vivir de otras formas que creían liberadoras.

¿Cómo nos constituimos como hombres y mujeres? (Marta, Madrid)

Simone de Beauvoir decía que no se nacía mujer, sino que se llegaba a serlo. Creo que esta afirmación es muy potente, al señalar que nuestra corporalidad experimenta un proceso de significación a través de la socialización y tener que cumplir las normas sociales dominantes. Cuestionaba que la biología sea determinante o sea el destino que determina nuestras vivencias.

Cada vez que se le dice a un hombre que “no llore”, “que no sea mariquita”, “que tiene que luchar y competir”, estamos moldeando cómo se ve a sí mismo. Con las mujeres se hace lo mismo, generando cierta idea de qué es ser mujer, expectativas que encierran las vivencias concretas y variadas de las mujeres. Se trata de un proceso en el que aprendemos los significados que se a asocian a comportamientos, actividades, prendas, tareas y emociones, entre otras cuestiones.

¿Cómo han evolucionado los papeles de hombre y mujer en nuestra sociedad? (Teresa, Ciudad Real)

Los modelos sobre cuáles son los comportamientos adecuados para mujeres y hombres están cambiado constantemente, aunque sea un poquito. Pero está en constante movimiento. Por ejemplo, hace un par de años se hablaba de los hombres “metrosexuales”, en referencia a algunos hombres famosos que se cuidaban un poco más que otros. También ha estado muy presente en los medios la cuestión de las mujeres que sienten que tienen varias agendas: tienen que ser guapas, competentes en el trabajo, estar en forma, ser super madres…Unas demandas que son extenuantes y casi imposibles de cumplir. Que los modelos sobre cómo ser mujeres y hombres cambien a lo largo del tiempo, que existan diferencias entre qué modelos dominantes aparecen en unos sitios u otros sólo significa que los roles de género siguen siendo fundamentales en las sociedades occidentales. Lo cual nos lleva a reflexionar sobre el valor que esta diferencia tiene para nuestar cultura y lo difícil que es escapar de estas normas.

Esta reflexión nos lleva a darnos cuenta de la importancia que tiene pensar qué peso tienen las normas de género en nuestras vidas, y sobre todo ¿podríamos vivirlas de otra forma?

¿Qué relación existe entre las posibilidades de una vida no binaria y el contexto que rodea a la persona? (Pastora, Trujillo)

Poder desafiar de alguna forma el binarismo de género es una tarea compleja, que requiere de cierta conciencia, arrojo y apoyo de tu entorno. Cuando me refiero al binarismo de género quiero decir la creencia que delimita nuestro mundo social, nuestras relaciones o corporalidades a dos únicas opciones, ser hombres y mujeres. En el caso que he descrito antes del bebé Storm y su familia en Canadá que se negaron a señalar si era un niño o una niña, surge de una motivación clara de repensarse y de tener un entorno que ofrece su apoyo y su cariño, frente a una sociedad que castiga cualquier ruptura de género.

Cuando docentes y familias me plantean cómo abordar el acoso escolar y les devuelvo la posibilidad de cuestionar el binarismo de género, hay quien se sorprende. No siempre es evidente que las normas de género contienen una violencia que hemos naturalizado porque es cotidiana. Digo violencia porque nos segrega los espacios, nos expulsa de los espacios que “no son apropiados” para nuestro sexo, y nos castiga cuando no hacemos lo que se espera de nosotros y nosotras. Una manera concreta de hacerlo es cuestionar el uso del cuarto de baño segregado por sexo, o el uso de uniformes diferentes para chicas o chicos. ¿Es posible pensar una escuela que no diferencie? ¿somos capaces de ver las oportunidades que nos puede ofrecer no segregar los baños o los uniformes?

La lucha de las personas trans por el derecho al propio cuerpo, ¿establece el debate de la autonomía corporal? ¿qué opinas sobre esto? (Alfredo, Yuncler)

El movimiento feminista y el movimiento trans tiene en común plantear el derecho a tomar decisiones sobre el propio cuerpo, ya sea sobre tener o no hijos y cómo, o sobre cómo es nuestra corporalidad o porqué no tenemos la autonomía que queremos para decidir sobre nuestro cuerpo.

Son debates emancipatorios que benefician a toda la sociedad, en la medida que hace emerger cuestiones importantes como, ¿cuál es la relación que establecemos con la medicina?, ¿porqué las personas directamente implicadas en una situación están a menudo ausentes de las decisiones que les atañen en primera persona?, ¿qué se considera como humano?, ¿cómo queremos vivir?, ¿cuál es el papel del estado, la moral y la medicina en la regulación de los cuerpos de las mujeres, la infancia, las personas trans*, las personas con diversidad funcional, las personas mayores…?

¿De qué manera se relaciona el concepto género y educación? (Ibone, Bilbao)

Las instituciones escolares producimos el binarismo de género en nuestro funcionamiento cotidiano. Por eso también tenemos la oportunidad de generar otros modelos, otras formas de estar en el mundo y de repensar nuestro papel docente. ¿Nuestro papel se limita a juzgar, castigar o examinar? Para muchas personas que estamos en la docencia, la enseñanza es más un proceso de acompañamiento en el aprendizaje, facilitando las condiciones para la adquisición de habilidades, generando retos para nuestros estudiantes que les ayuden a crecer.

La institución educativa se puede parecer mucho a la cárcel o el manicomio como instituciones totales, como decía Michael Foucault o puede ser un lugar donde soñar con el mundo en el que queremos vivir. Nos toca tomar decisiones y actuar sobre cómo concebimos la enseñanza.

¿Es modificable una cultura escolar no binaria muy arraigada? ¿Cómo? (Mariam, Granada)

Yo creo que si. Podemos hacer preguntas en lugar de afirmar, podemos tener en cuenta a chicas y chicos en lugar de imponer nuestra visión como docentes. Hay muchas cosas pequeñas que podemos hacer en la vida cotidiana de la escuela, que nos lleve a preguntarnos sobre el peso de las relaciones de género.

Unas compañeras que trabajan con jovenes hicieron un ejercicio que puede ser iluminador sobre una tarea sencilla que nos lleva a pensarnos de manera más compleja. Tras una sesión en el aula hablando sobre las normas de género, pidieron a chicas y chicos que rompienran las normas de género en algo concreto y pequeño, para luego poder reflexionar sobre su experiencia. Un chico hizo algo que pensó que era poco arriesgado: echarse “colonia de chica” e ir a la escuela. Las vivencias que tuvo, ligadas al extrañamiento que producía su presencia le hicieron tener reflexiones muy maduras sobre los límites impuesto a chicas y chicos por estas normas. No hace faltan grandes medios para generar una situación que puede ser educativa. En este sentido, el profesorado puede ser muy creativo con cómo generar situaciones de enseñanza y aprendizaje.

¿Cuáles han sido los logros en género y educación? (Almudena, Vitoria)

Hay un trabajo muy bonito hecho desde la coeducación y la no violencia que se remonta al momento de la transición democrática, que creo que puede ser util a día de hoy. Estas experiencias han traido debates importantes sobre cómo son los contenidos que se enseñan de la escuela y la necesidad de incluir valores transversales; cómo enseñamos de manera distintos a chicas y chicos y qué efectos tiene sobre su desarrollo académico y social; nos interroga sobre la infravaloración de los contenidos considerados femeninos; la necesidad de repensar la masculinidad hegemónica y el impacto que tiene en el fracaso escolar de los chicos… Cuestiones que siguen siendo útiles en 2016.

Quisiera mencionar aquí el libro “La coeducación en la escuela del siglo XXI” (Editorial La Catarata, 2011, ver el enlace http://www.catarata.org/libro/mostrar/id/638), que muestra experiencias escolares en todos los niveles que se pueden entender como buenas prácticas, contribuyendo a generar una mirada crítica en toda la comunidad educativa.

¿Cuáles son los retos pendientes? (Alfonso, Madrid)

Hay muchos retos pendientes. Por empezar por algo importante, quisiera señalar las desigualdades sociales y económicas que se han acentuado con la crisis, que nos han llevado al drama de la pobreza infantil y la concentración de niñas y niños en algunos colegios e institutos. Este proceso de segregación en la educación no sólo se produce a través de fomentar la escuela privada y concertada, retirando la financiación a la escuela pública, sino también a través de mecanismos como la educación bilingüe, que en la práctica está generando grandes brechas entre estudiantes.

También hay otros retos que tienen que ver con las producción de las normas de género en la escuela, como es repensar la devaluación de todo lo considerado como femenino o el castigo que se inflige a los niños que son femeninos. La infancia y juventud trans también está planteando desafíos importantes a cómo pensamos la escuela, en cuanto a espacio escolar, organización escolar e incluso al propio currículo escolar. Es muy grave que hoy por hoy la escuela está expulsando y consintiendo el maltrato a quienes no encajan con las normas sociales dominantes. Tenemos que decidir si queremos formar parte una escuela transformadora o de la misma escuela que tiene estas prácticas excluyentes.