28 noviembre, 2016

 

 

Es noticia hoy, un nuevo caso de coma etílico en una niña de doce años, repito, en una niña de tan solo doce años. Ha ocurrido en la localidad madrileña de Leganés este pasado fin de semana, por suerte esta vez, la reacción de los amigos ha sido rápida y la intervención de una vecina posiblemente la ha salvado la vida. No hace tanto, este mismo otoño, otra niña no tuvo tanta suerte y ha muerto por la misma causa en similares circunstancias, fin de semana y botellón.


Son niños, niños como los que tenemos en la escuela los que dan el salto sin red hacía un consumo descontrolado de alcohol en espacios públicos de nuestros pueblos y ciudades. En la noticia de este último fin de semana se relataba que la policia local busca el rastro de dónde han podido conseguir la bebida, parece un sarcasmo ¿verdad? Todos sabemos dónde se consigue y como la consiguen, parece de chiste que la policia necesite hacer esas pesquisas ahora que ya tenemos el problema.


El acceso al alcohol en nuestro país es fácil y relativamente barato para niños y adolescentes; quien lo vende siempre puede mirar para otro lado o ser un poco más laxo si el beneficio lo compensa; las familias en muchas casos o son ingnorantes de la realidad ¿mi hijo? imposible, o por otro lado, justificamos y amparamos en la tradición, en el desconocimiento o la dejadez.

 

Tenemos un problema porque cada vez acceden al consumo antes y todo ello a pesar de las campañas, las charlas, etc. que se desarrollan en los centros educativos ¿qué hacemos entonces?

Hace poco en nuestro municipio a instancias de los Servicios Sociales tuvimos un encuentro todos los centros educativos para hablar de esta y de otras problemáticas, además de ofrecer alternativas de ocio alejadas del alcohol, las charlas y actividades que se vienen desarrollando, llegábamos a la conclusión que debemos empoderar a nuestros niños y jóvenes, esto es, hacerles fuertes, tenaces ante la presión del grupo de iguales o de la sociedad en su conjunto hacia el consumo.

Podemos salir a divertirnos con nuestros amigos pero no tenemos porque seguirlos hasta el infinito por ser diferentes, tenemos que lograr que desarrollen un espíritu crítico hacia sus propios actos, hacia el cuidado de su propio cuerpo, tomando conciencia de las consecuencias para su desarrollo de la práctica del consumo de alcohol en edades tempranas.


De nada sirve, así nos lo aseguraban tanto la Policia Local como la Guardia Civil, que ellos vayan a dar charlas al colegio o al instituto si luego no hay una actividad que desarrolle esas ideas, que aclare conceptos, que profundice en cómo se sienten o cómo es su ocio. Tampoco tiene ningún sentido que la sociedad en su conjunto … entiendase familias, centros educativos, Ayuntamientos, vecinos, no tomamos conciencia de cómo podemos cambiar ese ocio. Tenemos que implicarnos en la denuncia de malas prácticas por parte de locales, tiendas o súpermercados; tenemos que favorecer que se creen otros espacios para el ocio, pero no de una manera puntual o anecdótica, sino de manera continúa y coherente en el tiempo.

La familia no puede amparar, justificar o promover este tipo de conductas, mas al contrario, debemos anticipar a la edad infantil nuestros modelos de actuación en relación a este aspecto, confiriendo de herramientas para decir NO, yo no quiero beber porque me hace daño.

El alcohol forma parte de nuestra sociedad, de nuestra cultura y de nuestra historia, esos son hechos inegables pero no debería ser accesible para los menores bien por la vía de su control y sanción a los adultos que venden y/o consinten su consumo, pero también por la vía de la educación y la formación, todo el tiempo y el esfuerzo que invirtimamos en revertir esta tendencia enloquecida nos llevará a un futuro mejor para nuestros niños, esos que no queremos ver tirados en un parque inconscientes y jugándose la vida cada fin de semana, podemos conseguirlo solo tenemos que ponernos en marcha para lo lograrlo.