5 abril, 2019

Mi  idea es que la primera pregunta debería ser “¿qué necesitan los niños?”, inmediatamente seguida de “¿cómo podemos satisfacer estas necesidades?”. A partir de este momento vamos a llegar a un lugar muy diferente que si hubiéramos preguntado “¿cómo puedo conseguir que los niños hagan lo que yo quiero?”. Kohn, 1996

En base a mi experiencia profesional, abogo por un modelo de centro educativo enmarcado en una concepción sistémica en base a la cual los asuntos sociales, emocionales y de comportamiento se abordan desde esta perspectiva sistemática para construir un sentido de comunidad. Y si me preguntaran el porqué, la respuesta sería la siguiente:

“Sabemos que existen  emociones individuales como el miedo, la alegría, la tristeza, el asco, la ira o la sorpresa pero existen otras emociones que podemos denominar colectivas porque se sienten en función del otro. Entre estas emociones colectivas situaríamos la compasión, la solidaridad, la culpa, la lástima, la admiración, la vergüenza, la envidia o el desprecio. Y también sabemos que todas estas emociones, de una forma u otra, pueden estar determinando nuestro comportamiento dentro de una comunidad. Por ello, trabajemos en grupos y en comunidades.

Si creamos un entorno escolar donde haya espacio para abordarlas, estaremos potenciando un clima positivo de convivencia en el que todas las personas de ese entorno (alumnado, familias, profesorado, etc.) puedan sentirse bien consigo mismas y con los demás, lo que incluye ayudar a sanar las relaciones abordando la convivencia en positivo, y sabiendo que el conflicto es una oportunidad de aprender a convivir”

Una herramienta muy potente que podría y debiera formar parte,  de la cultura de un centro educativo sería la utilización de prácticas restaurativas.

El movimiento de Justicia Restaurativa surgió en la década de los setenta, con gran implantación en el Reino Unido, Nueva Zelanda, Australia, Canadá y en países latinoamericanos como Perú. A nuestro país llegan de la mano de un proyecto europeo en colaboración con la ciudad inglesa de  Hull, considerada ciudad restaurativa, pues todas las personas que trabajan con jóvenes (de policía a servicios sociales, pasando por educadores) están formadas en esta filosofía y tienden a resolver un conflicto de forma dialogada. Vicenc Rul-Ian, del Instituto de Convivencia y Éxito Educativo de Baleares, es el principal precursor de estas prácticas en España.

Durante este curso escolar, recibimos una formación en prácticas restaurativas en la que  participamos los centros educativos, el centro sociolaboral y los responsables del programa de Educación de calle de un Barrio de Zaragoza. Además de poner en valor este modelo de formación ya que la participación de distintos agentes sociales permite unificar líneas de actuación comunitaria, me gustaría, a  través de este post, destacar los aspectos que considero más esenciales en relación a la contribución de estas prácticas a la creación de un sentimiento de comunidad que favorece que todos y cada uno de sus miembros asuman responsabilidades, reconozcan las consecuencias de sus actos y juntos trabajen para que las relaciones sean mejores.

El modelo de prácticas restaurativas llamado “Transformando los conflictos” se basa en cinco grandes principios para una aplicación cotidiana y sistémica:

1.- Percepciones personales e igualmente valoradas.

2.- Los pensamientos influyen en las emociones y las emociones a su vez, influyen en las acciones.

3.- Empatía y consideración con los demás.

4.- La identificación de las necesidades viene antes que la identificación de las estrategias para satisfacer estas necesidades.

5.- Responsabilidad colectiva por los actos y por sus consecuencias.

En el continuum de prácticas definidas por el Instituto Internacional de Prácticas Restaurativas (IIRP)  se definen, desde un modelo más informal a formal, las siguientes: escucha, expresión afectiva, diálogo restaurativo, reunión improvisada, círculo y reunión formal.

Me voy a centrar especialmente en los círculos restaurativos como fundamento de cualquier entorno restaurativo.

Llega el momento semanal del círculo y todo el alumnado junto al profe, colocan sus sillas alrededor. Éste sostiene un objeto (puede ser elegido por el grupo como algo muy representativo para ellos) que será utilizado para focalizar la atención en un solo hablante y la regla básica es que todos deben escucharle.

Antes de empezar, es conveniente plantear algún juego sencillo para que se sienten unos junto a otros y no siempre al lado de aquellos que son más amigos. Una vez finalizados los juegos, durante unos pocos minutos, es el momento de dar las instrucciones básicas de funcionamiento: es importante mirarnos a los ojos, hablar constructivamente sin burlas ni descalificaciones, explicar cómo nos sentimos y qué es lo que nos molesta, pero siempre desde el respeto a los demás. Todos los participantes tienen el derecho de hablar pero también el de permanecer en silencio si así lo desean, pero deben decir “paso” cuando les toca el turno de hablar. Y al terminar la ronda, se les vuelve a preguntar si aquellos que han pasado quieren decir algo”.

Después llega el momento de abrirse y para ello el profesor irá planteando las distintas cuestiones en base al tipo de círculo que se plantea. Las posibilidades son diversas: círculos para conocerse mejor, para mejorar la comunicación entre los miembros del grupo, para abordar un conflicto, para mejorar el clima del aula, para hablar del paso de primaria a secundaria, etc.

Pongamos algunos ejemplos:

“Mi deseo secreto” (ejemplo de círculo para conocernos mejor): Todos jugamos a veces al juego de los deseos. Nos gustaría que algo que deseamos se convierta en realidad. Seguramente hemos deseado algo en determinados momentos y además, pensar en deseos es divertido.

Ahora pensad en algo que hayáis deseado en secreto. Puede ser un juguete, una bicicleta o un viaje. Puede que hayáis deseado tener los ojos de otro color, ser más alto o bajo, o que tu familia fuera diferente en algún aspecto.

Cerrad los ojos durante un momento para que venga a la pantalla de tu mente tu deseo secreto.

Después de esta introducción sería el momento de plantear posibles preguntas:

.- No hace falta que cuentes tu deseo secreto, pero si quieres, cuéntalo.

.- ¿Por qué es importante desear?

.- ¿Cómo sería la vida sin deseos o sin poder soñar que las cosas pueden ser diferentes?

.- Cuenta un sueño que se haya hecho realidad.

.- ¿Has ayudado a que alguien convierta su sueños en realidad?

.- ¿Qué podrías hacer para que tus  sueños se conviertan en realidad?.

.- Una cosa que te haya gustado o llamado la atención de lo que hemos hablado.

Siempre al finalizar el círculo restaurativo es necesario establecer retroalimentaciones positivas, enfatizar los logros, poner en valor las aportaciones valiosas, las soluciones a los problemas.

“Cómo nos comunicamos” (ejemplo de círculo para mejorar la forma de comunicación en un grupo): Todas las personas nos sentimos mejor cuando nos animan, nos dicen cosas positivas, no se critica ni se juzga a nadie. Hay dos formas de comunicación: violenta (nos gritamos, insultamos,etc.) o no violenta (decimos lo que pensamos con respeto hacia el otro, cuando algo no nos gusta lo expresamos con asertividad). Vamos a reflexionar sobre cómo nos comunicamos en este grupo y para ello responderemos a estas preguntas:

.- Una cosa que me gusta de esta clase.

.- Una cosa que funciona bien en esta clase.

.- Algo que se podría mejorar de esta clase.

.- Algo que puedo hacer yo para mejorar el ambiente de la clase.

Ese tipo de dinámicas por supuesto son extrapolables a las reuniones de profesorado, con familias, voluntariado o con otros miembros de la comunidad educativa. Y sería importante que implementásemos los círculos u otras prácticas restaurativas ya que con ellas aprendemos de lo que decimos todos, todas las opiniones son tenidas en cuenta y en definitiva se crea y fortalece la comunidad educativa porque se fomentan interacciones positivas, se crean relaciones nuevas y/o se mantienen otras y  se reparan relaciones cuando en un conflicto las personas implicadas sufren o se sienten mal.

Después de varios meses en las que todo el profesorado de mi centro hemos sistematizado los círculos restaurativos, la valoración ha sido muy positiva ya que hemos podido comprobar los beneficios que producen en el clima de convivencia del aula y por tanto del centro. Y el próximo curso queremos sistematizarlo en las reuniones del profesorado, entre alumnado y familias, en el Observatorio de la Convivencia (donde participan padres, profesorado y alumnado).

 

 

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