17 julio, 2017

Ando estos días cerrando los últimos flecos del curso, la labor de dirección en una escuela pequeña va más allá de lo formal, ha detalles que resuelven tiempo después de que los niños se marchan de vacaciones, lo bueno, que la escuela está ya vacia y puedes encargarte del papeleo con tranquilidad.

Es en ese silencio que tiene ahora nuestra escuela es la que te van viniendo tus recuerdos de lo vivido estos meses pasados, los casilleros, los jueguetes recogidos te traen recuerdos de nuestros niños, esos con los que convivimos tantos y tantos meses. Los recuerdos son traicioneros, muchas veces te traen las malas experiencias, los problemas, no siempre claro, también te surge una risa floja al recordar esos momentos entrañables que todo curso deja.

Lo que me inquieta más, y lo comparto con todos vosotros, es el recuerdo de aquellos niños invisibles; quién no recuerda al revoltoso o al gracioso de su clase, en todos los grupos hay niños chisposos que cada día tienen una ocurrencia que te hace sonreir, también están los revoltosos que te hacen sudar, pero que ocurre con esos niños, que por timidez, pasan desapercibidos.

En la clase de Infantil todos los días nos damos los buenos días, repasamos los que estamos en clase y los que no han venido a la escuela, en muchas ocasiones estos niños que no brillan, que no se hacen notar, pasan desapercibidos y sus mismos compañeros tardan un tiempo en darse cuenta de su ausencia.

Estos días, analizando recuerdos, viendo fotos del curso, me he dado cuenta de que no he llegado a todos, al menos no de la manera que me hubiera gustado hacerlo; me hago consciente de cuanto tiempo he invertido en algunos de los niños de mi aula en comparación con otros, sí es cierto, no todos nos demandan del mismo modo la atención, sus características personales, familiares y/o educativas varían pero … se me queda un pequeño poso de pesar.

Si en la escuela en muchas ocasiones pasan desapercibidos ¿ocurrirá lo mismo fuera de ella? ¿Estamos fomentando de alguna manera esa invisibilidad aunque sea de manera inconsciente? ¿Qué podemos hacer para evitarlo?

Dedicamos mucho tiempo en sesiones de evaluación, de coordinación, de apoyos, ha tratar sobre un sector de alumnos; alabamos los progresos de los más capaces y nos preocupamos mucho de aquellos que presentan algún tipo de dificultad ¿y del resto?

Tendríamos que llegar a todos, al menos una vez al día, cambiar nuestra perspectiva del aula y de la escuela en su conjuto parece necesaria para no dejar a nadie en la nube de la invisibilidad, porque un niño aunque sea tímido o más reservado también nos necesita y requiere de nuestra complicidad; si no somos capaces de implicar a todos, templando a los más activos y motivando a los más indecisos algo no estamos haciendo bien.

Es uno de mis propósitos para el próximo curso, dar una vuelta a esta dinámica, implicar, mover, motivar a aquellos que más les pueda costar el dar el salto al grupo, al atrevimiento de vivir la vida del grupo de manera más intensa, porque estoy convencido que se están perdiendo momentos y experiencias únicas.

El aprendizaje de lo social es fundamental para su desarrollo, ellos y ellas pueden aportar a sus compañeros su paciencia y su calma, estoy convencido que son capaces de observar y aportar ideas que al resto de sus compañeros se les pasa por alto.

Todos los niños y las niñas deben ser visibles a nuestros ojos, tenemos que hacer lo posible para dar visibilidad e implicación en nuestro día a día del aula, es importante que nadie se quede atrás, viajamos juntos en la aventura de crecer, todos y todas son importantes ¿lo intentamos juntos?

Que el descanso os dé oportunidades de pensar en vuestro quehacer, buenas lecturas y a cargar las pilas para el próximo curso. ¡Feliz verano!