21 octubre, 2013

Eran otros tiempos … cuando hacíamos la comunión nos regalaban un reloj de pulsera, solo te lo ponías cuando tu madre te dejaba, o lo que es lo mismo, los domingos para ir a misa de doce, en fin, otros tiempos y otras maneras de crecer.

No me ha dado un ataque de nostalgia, no os penséis que el otoño me ha dejado mustio y deseando volver a otro tiempo ya vivido, deseaba ilustrar el cambio de costumbres que estamos viviendo, pero lo que no cambia es la realidad de nuestros niños, ellos deben afrontar sus propios cambios vitales, igual que sucedía antaño e igual que sucederá con los que vengan.

El cambio de niño a adulto sigue ocurriendo, la diferencia estriba en que en todas las sociedades existían unos mecanismo para el cambio, una preparación, ahora todo sea vuelto líquido como afirman algunos pensadores, entonces ¿cuáles son las referencias? ¿Cómo hacemos el cambio de bebé a niño, y de niño a adolescente? ¿Cuándo se produce el cambio que nos transforma de jóvenes  en adultos?  No sigo más allá por el número de combinaciones parece infinito.

El otro día viví una una situación que provocó que me brotarán estos pensamientos, estaba haciendo la compra, y en la sección de bebidas, toda una fila inmensa de posibilidades de aguas, zumos, refrescos y bebidas alcohólicas a disposición de quien por allí pasase, había un grupo de críos, calculando a ojo estarían en quinto de primaria, más o menos, cada uno de ellos más “gallito” a ver quien se atrevía, pasaron de las bebidas de alta graducación con ojos golosos pero conscientes que están fuera de su alcance aún, pero en los refrescos el cuento cambio, se lanzaron a los botes de bebidas energéticas como polillas a la luz.

No es que este muy puesto en este mercado pero una bebida con una lista de ingredientes que llena toda la lata en letra minúscula y que está en la estanteria más alta no debía ser para ellos, me hice el remolón por allí pero sin intervenir en su diálogo, pegando la oreja que decimos en la escuela, y todo se resumía en el subidón que te da, y en quién se atrevía.

Un par de ellos, tenían cara de saber bastante, otro, el lider, parecía un lobo de mar con mil batallas navegadas, y los que más me preocuparon fueron otros tres que se encontraban en la duda, sabían que aquello estaba rozando los límites pero no tenían suficiente seguridad como para decir que no y volver a la calle a jugar al futbol.

No pude por menos que terminar preguntándoles que si podían beber esas latas, “por supuesto que sí, no tiene alcohol” respondío el lider sin dar pie a más dudas, pero “eso es de mayores” respondí yo, me miraron con cara de este de que árbol se ha caído y se marcharon con su cargamento, que para más inri es barato.

Pregunte a los conocidos, y sí, se puede consumir, parece ser que en el instituto tiene bastante éxito con otras combinaciones más interesantes.

En fin, que vuelvo al principio, los amigos, nuestros iguales nos descubren el mundo, nos ayudan a crecer, a transitar por las diferentes fases del desarrollo.

Lo que te dice un amigo o una amiga en determinado momento suele tener más valor que la opinión de padres o educadores, eso ha sido así siempre y solo la madurez que da el tiempo te enseña que los que ya han vivido antes que tú saben bastante del mundo.

Pero lanzo algunas cuestiones ¿miramos para otro lado y les dejamos crecer sin referentes? ¿Conocen los riesgos que de las conductas que preceden al cosumo de drogas o alcohol? ¿Son capaces de elegir los amigos y saber gestionar sus emociones en su grupo de iguales?

Me surgen muchas más, y lo que es peor, haciendo examen de conciencia, la respuesta a todas ellas es no, en la escuela pasamos de la protección a los más chiquitines al desarrollo del currículo puro y duro, contenidos y objetivos académicos lo llenan todo, se nos olvida que el mundo ha cambiado, que los ritos de iniciación se han difuminado … creo sinceramente que les estamos dejando solos intentando resolver situaciones y emociones sin las herramientas necesarias, lo peor de todo, es que desde los siete u ocho años podemos abonar sus conciencias de buenos juicios para que vayan construyendo su propio criterio, está en nuestra mano, no va a salir de ellos, no tiene capacidad para ellos ¿podemos esperar o es mejor anticiparnos e intervenir de manera consciente?

El problema como siempre en la escuela es cuando, cuando, cuando, en que momento vamos a parar y sentarnos con ellos y ellas para que comprendan que “no es oro todo lo que reluce”, cuando les iniciamos en las claves del mundo adulto, aquí os dejo mi desazón para que si podemos abramos el debate, feliz semana.