24 junio, 2015

Continuando con el anterior artículo, voy a centrarme ahora en las medidas que podemos tomar desde los centros para prevenir el acoso escolar. Para ello, revisaremos el tipo de actuaciones convenientes, tanto a nivel formativo como para mejorar las vías de comunicación con el alumnado y las familias.

La comunicación.

Comunicación con el alumnado.

Una de las cuestiones más relevantes para la prevención de los problemas de acoso es trabajar la comunicación entre los docentes y el alumnado. Esta cuestión es particularmente compleja en el caso de la Educación Secundaria, donde la referencia del profesor va perdiendo peso con respecto a la importancia del grupo. Es necesario que seamos capaces de establecer unas vías de comunicación con el tutor o con un responsable del centro para facilitar que nos llegue la información sobre situaciones conflictivas. Para ello, el tutor debe ganarse la confianza de los estudiantes, teniendo en todo momento una actitud sensible hacia estas cuestiones, fomentando la comunicación con el alumnado, tanto en gran grupo como de forma individual. Si convertimos estas conversaciones sobre la convivencia en algo natural a lo largo del curso los estudiantes no tendrán tantos reparos en comunicar a los adultos cualquier situación que se esté viviendo en el centro. Los casos de acoso no siempre son comunicados por el que los sufre, ya que en muchos casos la información puede venir de otro estudiante que está observando la situación. Por esta razón conviene que habilitemos esos espacios de encuentro y que fomentemos la confianza, haciendo ver a los estudiantes la gravedad de este tipo de situaciones, así como la necesidad de actuar para resolverlas.

Para aumentar la concienciación ante estos problemas es importante realizar jornadas informativas. De esta forma podremos aclarar a los estudiantes qué es un caso de acoso, cómo actuar ante estas situaciones, así como informarles de los cauces de comunicación con los adultos que tienen a su disposición en el propio centro.

Comunicación con las familias.

Las familias pueden convertirse en un potente aliado en el trabajo contra el acoso escolar. Para conseguir implicarlas es conveniente establecer vías de comunicación, así como ofrecer información con jornadas sobre este campo específico.

Pueden darse casos tanto de familias muy discretas que no quieran acercase al centro ante un posible caso de acoso, restándole importancia, como otras familias que, dándole una importancia excesiva, pueden empeorar la situación, llegando incluso a enfrentamientos con otras familias. Desde el centro es conveniente ofrecer una información básica sobre qué es el acoso, cómo se puede identificar y de qué manera tanto los docentes como las familias deben implicarse para evitar estas conductas. El hecho de actuar de forma conjunta aumenta la efectividad de las iniciativas que tome el profesorado, lo que nos va a permitir, al menos, concienciar al resto del grupo de alumnos de que tomen una actitud activa a favor del acosado.

Es conveniente que estas cuestiones se trabajen desde la Educación Primaria, ya que esto posibilitaría que en Educación Secundaria los estudiantes ya puedan identificar estos casos y tengan las herramientas necesarias para contrarrestarlos.

Actuaciones del profesorado.

Los docentes, particularmente los tutores, son los adultos que más pueden conocer a los estudiantes. Por esta razón son también los más indicados para tomar medidas en base a sus características, su rendimiento y su capacidad para establecer relaciones sociales dentro y fuera del aula. En muchas ocasiones, las formas de actuar tanto de los acosadores como de los acosados dependen de determinadas cuestiones sociales o familiares. Conocer estos hechos nos va a permitir incidir en la raíz del problema y tomar medidas más acertadas para atajarlo.

Por otro lado, la gestión adecuada de la clase, puede convertirse en una de las mejores formas de cohesionar el grupo evitando este tipo de problemáticas. Para hacerlo, es conveniente establecer dinámicas donde el reparto de roles y el trabajo común contribuyan a evitar que cada alumno pueda ser etiquetado o definido por el resto. Las propuestas de trabajo cooperativo, donde los estudiantes deben perseguir objetivos conjuntos pueden ser muy útiles, pero, para sacar el máximo rendimiento a estas propuestas, necesitamos que las funciones y responsabilidades adjudicadas a los estudiantes sean las adecuadas. De esta forma corregiríamos las estructuras de poder del grupo, establecer nuevos liderazgos y empoderar a los estudiantes que más lo necesiten.

Además de estas dinámicas también se pueden organizar actuaciones concretas desde el principio de curso, adjudicando roles de alumnos tutores, para favorecer que pueda llevarse a cabo una adecuada introducción de los alumnos nuevos en el grupo de estudiantes. Cuando la clase ya está formada también se hacen posibles otra serie de relaciones entre los estudiantes que facilitan la colaboración mutua. De esta forma, podríamos adjudicar a un estudiante la colaboración con otro en la clase de Matemáticas y pedirle al otro que colabore con el primero en Educación Física. Este tipo de iniciativas, que se han puesto en marcha sobre todo con objetivos de mejora de resultados a nivel curricular, están demostrando favorecer también la convivencia en el aula.

Es importante aplicar programas que mejoren las habilidades sociales y que sean capaces de aumentar las competencias tanto de comunicación como de empatía con los estudiantes. Esto permite mejorar la capacidad de todos ellos para solucionar conflictos mediante estrategias de negociación y comunicación, favoreciendo la mejora del clima de convivencia. Las propuestas de escucha activa, comprensión mutua y aumento de la iniciativa personal, hacen que los estudiantes logren interactuar entre ellos mediante toda una serie de mecanismos que evitan la agresividad, mejorando la reflexión y la confianza. Por esta razón los programas de negociación que se ofertan en institutos y colegios pueden dar unos resultados realmente buenos atendiendo a las particularidades concretas de cada centro.

Tenemos por delante un reto importante, ya que el aumento de las situaciones de acoso en los centros ha sido realmente fuerte en los últimos años. Sin embargo, si somos capaces de ir a la raíz del problema, no sólo evitaremos la mayor parte de los casos, sino que también podremos mejorar el clima de convivencia de nuestras aulas.