5 mayo, 2013

A muchos nos sorprendió la figura de Sullivan (Sully), pronto descubrimos que “no es tan fiero el león como lo pintan”. Algo de esto se consigue con la compensación educativa: se apoya el trabajo de los centros escolares dando herramientas a los chicos y chicas para que el conocimiento no se les haga un fiero león.

Son muchas las veces que desde los equipos educativos de los centros escolares nos piden a las entidades sociales saber cómo es el trabajo que realizamos por las tardes en los centros abiertos. Vamos a intentar contar qué hacemos y cómo lo hacemos en los centros abiertos en la compensación educativa. Lo haremos siguiendo un documento realizado por un equipo educativo del que formé parte.

Todo el proceso se inicia con la acogida. Una mala acogida puede ser sinónimo de una intervención con pies de barro. Se trata de que esta experiencia se viva como positiva no sólo por el participante, sino, también por su familia. Es importante que no olvidemos:

  • Que se sientan personas seguras, garantizando una persona de acompañamiento.
  • Hablarle de las instalaciones, del uso de los espacios, de las normas no escritas…
  • Presentarle al grupo, buscar su introducción con dinámicas.
  • Tener en cuenta el momento personal -madurativo, académico…- del chico o de la chica. Las personas participantes maduran, de ahí que los aprendizajes, para que sean significativos han de ir evolucionando.
  • Hablar con los padres y con la familia, devolviéndoles información.

 ¿Qué trabajamos? ¿qué hacemos?

Un objetivo fundamental a conseguir es una motivación por el aprendizaje, una autoestima sana. Si bien se puede partir de la tarea escolar, el trabajo se centra en el desarrollo de la persona con fichas que recogen elementos de la lectoescritura, matemáticas, atención, memorización, motricidad fina, mejora de atención, repetición…

Nuestro sistema de trabajo hace hincapié, no sólo en el uso del aprendizaje memorístico, sino también en el razonamiento y en el conocimiento y uso de diferentes técnicas de estudio: localizar ideas fundamentales del texto, entender enunciados, hacer esquemas o mapas conceptuales… a la vez que cuida los espacios y las formas, el lugar de trabajo, la postura corporal, el orden, la limpieza…

Partimos de las potencialidades de los chicos y chicas, de sus capacidades, de sus puntos fuertes, de sus intereses y motivaciones;  desde una mirada positiva, pues creemos en ellos “pueden hacer lo que se propongan” y apostamos por aquello que puedan hacer.

Grupo de niños y niñas estudiandoEstamos convencidos de que cada  persona es diferente y puede alcanzar objetivos diferentes; no todos tenemos ni el mismo proceso ni la misma meta. Por el tipo de proceso y la metodología que empleamos nos centramos más en la persona, en sus posibilidades, en su diversidad… no homogeneizamos.

Entendemos los procesos de evaluación como procesos continuados en el tiempo, atentos a lo positivo, mirando más hacia la evolución que hacia los aspectos negativos.

Creemos básico devolver constantemente información de los procesos a los chicos y chicas con los que trabajamos -su concentración, comportamiento, actitudes…-

Como indicadores básicos podemos señalar: Asistencia; constancia; autonomía, demanda de atención; grado de motivación: posturas corporales, tiempo que media al inicio de actividad, iniciativa para hacer cosas nuevas, relaciones interpersonales; elementos concretos como el control de agenda, material escolar…

 

Análisis de una sesión

 Periodicidad de las sesiones

En cada uno de nuestros proyectos organizamos los programas de compensación educativa distribuyendo las sesiones a lo largo de la semana, en función de la edad y las necesidades de los menores. Dependiendo de la frecuencia semanal (de 3 a 5 sesiones) y de las características de cada grupo, la sesión tendría una duración mínima de hora y cuarto, y máxima de dos horas – tiempo suficiente para trabajar y no mucho tiempo para aburrirse.  

Cómo dividimos los grupos

Los educadores sitúan a los menores en la sala en función de diferentes criterios: edad, proceso madurativo, necesidades, número de educadores…, de forma que se sienten individualmente o en grupos pequeños. De esta manera cada educador realizará el apoyo de forma individual o grupal, con una ratio adecuada que tenga en cuenta las necesidades de apoyo, la trayectoria, las características y madurez del equipo de educadores y de los participantes.

Cómo organizamos las sesiones 

Las características de los menores que participan en los programas de compensación educativa requieren que cuidemos ciertos “rituales”, de forma que, “ponerse en situación” y representarse mentalmente la secuencia de las actividades que tienen que realizar, no suponga para ellos una dificultad añadida. De esta manera la repetición de determinadas acciones, especialmente al inicio y al final de cada sesión, pero también en los momentos de transición entre actividades, les ayuda a estructurar el orden temporal de sus acciones y produce en ellos un efecto de seguridad, ya que la mayoría de nuestros chicos necesita que la organización espacial y temporal se convierta en un apoyo para su propia organización personal.

  • Inicio de la sesión: ponerles en disposición de iniciar su trabajo

Los chavales se colocan en la mesa previamente designada por el equipo de educadores. Y dedicamos unos minutos para hablar con ellos sobre cómo les ha ido el día, revisamos juntos las agendas escolares y les preguntamos cuáles son los deberes que tienen, o qué exámenes van a tener en breve para repasarlos.

A partir de aquí, en función de lo que tenemos previamente planificado y lo que nos han contado, planteamos una programación concreta para desarrollar la sesión.

  • Desarrollo de la sesión:

Después de lo explicado anteriormente, el menor realiza los deberes escolares o aquellas cosas que los tutores de los centros educativos han acordado con los educadores de referencia. En caso de no tener tarea o de que la terminen antes del horario establecido, cada menor tiene preparada una carpeta con fichas y materiales para trabajar aquellos conceptos que hay que reforzar o afianzar según su nivel académico.

También se trabaja la comprensión lectora y distintas técnicas de estudio, de concentración y atención con los participantes.

  • Final de la sesión:

En la última parte de la sesión, además del tiempo necesario para cierre y despedida, pueden llevarse a cabo dos tipos de evaluación con los menores:

    • De manera grupal: se comenta el ambiente general de estudio que se ha mantenido: organización de las tareas, responsabilidad de cada uno a la hora de realizarlas, ambiente de trabajo, respeto de turnos y normas,…

    • De manera individual: el educador valora con cada menor el trabajo realizado y su actitud en el estudio.

Evaluación de la sesión 

Posteriormente el equipo educativo se reúne para valorar lo realizado: evaluar a los participantes y al grupo tanto en contenidos como en procedimientos y actitudes, y pensar y planificar nuevas sesiones.

En cada Proyecto se establece el ritmo de evaluación, bien al finalizar cada sesión, bien semanalmente.