13 enero, 2014

Decía Benedetti en su poema “Defender la alegría” que debíamos defender la alegría del caos y de las pesadillas entre otras muchas cosas,  no sé si será el mes de enero que parece que se nos hace ya largo o que el tiempo va a cambiar pero he tenido la necesidad de recurir a éste y otros poemas para elevar el ánimo y la mirada por encima de las miserias y las tristezas del día a día, y es que nuestra apatía se transmite, se contagia y contamina.

Estar permanentemente en contacto con personas tristes, pesarosas y quejumbrosas acaba provocando que el clima se torne gris, ¿os pasa a menudo o es cosa de las estaciones? ¿Nos miramos dentro cuando nos sucede? ¿Compartimos estas sensaciones con los demás o lo metemos hacía dentro hasta que nos duele? ¿Somos capaces de no transmitirlo a los niños?

La tristeza en la escuela no suele ser frecuente, pueden existir momentos puntuales como la angustia por la separación de las figuras de apego en los más pequeños, sobre todo al comienzo del curso, son momentos puntuales que se superan y pronto recuperan el ánimo para relacionarse con los demás.

Un niño triste suele tener detrás una carga que le impide mostrarse alegre, algo subyace en su interior que le merma sus ganas de jugar, de conocer explorar el mundo, de divertirse con los amigos, ¿somos capaces de detectar estos estados emocionales? ¿Sabemos intervenir en esos momentos?

Un niño irritable, taciturno, solitario, angustiado de manera permanente nos obliga a parar y plantearnos que algo paso, debemos intervenir, es momento de indagar para conocer la causas, ¿están en el ámbito familiar, en la escuela, en su grupo de amigos? Conocer sin invadir o violentar, expresar lo que uno lleva dentro, por lo que uno sufre no siempre fácil, sobre todo si hay terceros implicados a los que se puede perjudicar o que nos estén presionando.

La coordinación entre todos los agentes también es fundamental, familia y escuela, maestros que atienden al grupo, personal del centro que tiene relación con el niño, todos debemos saber que ocurre en la medida que sea necesario pero si que debemos claro todos que somos responsables de mantener unas pautas, unas rutinas que faciliten la superación de ese momento de crisis.

Hemos hablado ya muchas veces de la importancia de un desarrollo armónico ajustado, ¿es posible crecer de manera satisfactoria con un permanente estado de triste sobre el ánimo? Si no me doto de herramientas para afrontar las dificultades y que derivan a un estado de pesadumbre en mi infancia ¿cómo afrontaré los cambios que trae consigo la adolescencia? ¿Y las dificultades de la vida adulta?

La infancia es tiempo para el descubrimiento y crecimiento, lo hemos dicho ya muchas veces, las bases que sentemos al comienzo serán las que sujeten a la persona en el futuro, así que defendamos la alegría, hagasmola posible en nuestro ánimo, entre nuestros compañeros y compañeras, y sobre todo, defendamos la alegría entre nuestros niños y niñas, un niño feliz será un adulto equilibrado, consciente y dotado de capacidades emocionales suficientes para defender su alegría y la de los demás.

P. D.: Os dejo la interpretación del poema por parte de Serrat … a mi me levanta el ánimo los días grises. ¡Feliz semana y disfrutad a pesar del frío que se nos viene encima!