5 julio, 2014

El poder máximo es la habilidad de producir los resultados que más deseas y crear algo valioso para los demás en el proceso…Poder es la habilidad de cambiar tu vida, moldear las percepciones y hacer que las cosas funcionen a tu favor y no en tu contra….El poder real se comparte, no se impone….Es la capacidad de definir las necesidades humanas y de satisfacerlas (tanto las tuyas como las de las personas que aprecias). Es la habilidad de dirigir tu propio reino personal –tus pensamientos y tu propia conducta- para lograr los resultado que deseas”, explica A. Robbins en Unlimited power

Dentro del aula, los docentes ejercemos o deberíamos ejercer una importante posición de poder pero podríamos preguntarnos ¿poder sobre? o ¿poder con?. La diferencia entre ambas posiciones es muy significativa. El poder se puede desarrollar por un vínculo emocional, por el uso de la experiencia, por la promesa de una recompensa, por la amenaza de un castigo o por la capacidad de persuasión de la persona (¿en qué posición estás tú?)

En las relaciones personales profesor- alumno, nuestro poder es la capacidad de obtener lo que deseamos en base a una serie de factores que influyen y condicionan como la posición, la habilidad de dar o retener lo que otros quieren, la experiencia e información relevantes, y las cualidades personales.

Cada uno de nosotros queremos que nuestros alumnos aprendan, muestren un comportamiento correcto, se sientan seguros y valorados, establezcan unas interacciones positivas con sus iguales, y en conclusión,  convirtamos el aula  en un espacio donde se creen sinergias que nos permitan crecer juntos profesor-alumnos y alumnos-profesor.

Debiéramos distinguir entre el poder derivado de la posición ( ”yo soy el profesor y  como consecuencia del puesto o papel que desempeño, presupongo ya una posición de poder”) y el poder personal que es el resultado de nuestra personalidad (Todos conocemos compañeros con unas habilidades personales tremendas que ejercen ese “poder con”  mientras que otros son incapaces de gobernar el aula y dar una respuesta adecuada a las situaciones de conflicto que se generan). Los dos tipos no siempre se encuentran juntos: algunos docentes tienen el poder de la posición pero no parecen tener mucho poder personal. Sabemos que la realidad actual de las aulas es compleja y en ellas confluyen  una serie de factores que han originado, en ciertas ocasiones, el desprestigio del papel de los  docente y una  desvalorización de nuestra posición en el centro y en la sociedad.

Para que el aula funcione es muy importante que los docentes pasemos de una posición de “poder sobre”  a “poder con” ya que sólo de esta forma:

    • Crearemos algo valioso para nuestros alumnos como es el establecimiento de un vínculo emocional que consigue que los alumnos valoren al profesor ejerciendo así una influencia consentida.
    • Podremos lograr que las cosas funcionen a nuestro favor y no en  nuestra contra como ocurre en muchas ocasiones.
    • Ejerceremos una posición en la que los alumnos confían en nosotros y por ello nuestra influencia sobre  el alumno será muy positiva.
    • Conoceremos mejor las necesidades de nuestros alumnos para poder así satisfacerlas.
    • Nos sentiremos satisfechos con nuestra tarea docente y por tanto creceremos día a día como profesionales.
    • Combinaremos el poder derivado de la posición junto al poder personal. Éste es el único camino para lograr un poder cooperativo que permite alcanzar un mayor grado de satisfacción profesional pero también personal. Un uso adecuado del poder permite que el otro y tú podáis elegir. Desde esta posición se desarrollan relaciones de poder cooperativo, en la cual dos personas pueden unirse en la búsqueda de soluciones para sus problemas mutuos: cada uno mantiene su poder personal intacto y respeta el espacio y la integridad de la otra persona.

Las habilidades que nos pueden ayudar a caminar en esta línea serían energía, confianza, entusiasmo, sentido claro de dirección, persuasión, calma, equilibrio, amabilidad, cooperación, habilidad para el manejo de las emociones. Y en definitiva, liderazgo (seguro que todavía podríamos añadir otras muchas en base a las experiencias vividas.

Para concluir me gustaría contar una pequeña historia a modo de reflexión colectiva, “La anécdota de Esteban” (“TÚ GANAS YO GANO. Cómo resolver conflictos creativamente” de Helena Cornelius y Shoshana Faire).

Soy el director de una escuela de un pueblo pequeño. En una oportunidad un nuevo maestro comenzó a trabajar en ella y le animé a que me contara cualquier dificultad. El maestro pronto vino a verme con un gran problema: había castigado a un alumno que siempre causaba problemas, pero ahora se daba cuenta de que había sido demasiado severo. El niño se había quejado a sus padres, los cuales estaban furiosos y pronto lo sabría todo el pueblo. Existía la amenaza de que esto se transformara en un juego clásico de víctima-perseguidor-rescatador.

En lugar de decidir quién tenía o no la razón, me convertí en mediador. Llamé a todas las partes involucradas. Apoyé el reconocimiento del error y el arrepentimiento del maestro ante el niño y sus padres (evitando así que lo percibieran como al perseguidor del niño o como la víctima del director o de la sanción del pueblo). Animé al niño a darse cuenta de que había provocado al maestro, y que si bien las personas cometen errores, éstos se pueden corregir para formar nuevas relaciones .Esto puso al niño y  a los padres en la posición de aprendizaje y continuamos con una discusión constructiva acerca de cómo el maestro, el niño y los padres podían encontrar nuevas formas de relacionarse entre sí”.

Es importante transformar un ataque personal en un ataque al problema y evitar oponerse directamente a la otra persona además de expresar las necesidades y los valores de los demás. Sólo así estaremos construyendo un camino hacia ese “poder cooperativa” o “poder con”.