7 febrero, 2014
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En la Comunidad Valenciana, el profesor y filósofo Chema Sánchez Alcón, autor de “Pensamiento libre para personas con discapacidad intelectual” (Edit. Pirámide, 2011) y miembro del Comité de Ética de FEAPS (Federación de Ayuda a Personas con Discapacidad Intelectual y del Desarrollo), está en continua lucha, desde hace varios años, por la reivindicación del derecho al sufragio de las personas con discapacidad intelectual y por la modificación la ley electoral que, hasta la fecha, no reconoce ese derecho.

Entre sus fundamentos, destacan los  siguientes:

– Dichas personas tienen derecho a ser considerados ciudadanos en una sociedad democrática, moderna e inclusiva, y a participar en una democracia que tiene como bases la defensa de la igualdad, libertad y solidaridad; todos ellos valores primordiales de la sociedad.

– Porque existe una redefinición del concepto de DI en tanto se refiere a una persona que presenta un “estado de salud” diferente, que revestirá diferentes grados de discapacidades, clasificadas en graves, moderadas y leves; pero no considerados “enfermos”.  Estos cambios en su conceptualización se reflejan en la OMS, en su CIF (Clasificación Internacional de los Funcionamientos), del año 2001.

-Por último, el profesor Sánchez Alcón indica que un de los aspectos más significativos que establece la OMS es la mención que hace al término “aprendizaje” y en relación directa al proceso de pensar. Será el pensamiento el que permita discriminar, establecer ideas,  crear. El hecho de tener limitaciones en sus funciones psicológicas superiores, como razonamiento o memoria, no significa que no pueda tomar decisiones de índole social como es el hecho de votar a quienes nos representan en un sistema democrático.

Estoy convencida  que sería un gran avance social que se consiguiera esta modificación en las leyes. No soy experta en temas legales, pero no creo que se trate de serlo para reconocer que el peso que puede llegar a tener este cambio en aquellas personas con DI. Como prueba de ello, podéis leer el siguiente artículo de prensa acerca de la historia de Víctor, un joven de 24 años de la ciudad de Gandía, Valencia.

En la actualidad se habla,  se difunde  en redes sociales  y en la prensa, numerosas noticias de justicia social, defensa de los derechos de las personas más vulnerables y integración. Sin embargo, la mayor parte no dejan de ser expresiones de deseo e incluso, permítanme el atrevimiento, opiniones políticamente correctas, que no nos conducen a ningún sitio. Vamos a los hechos, a concretar acciones en beneficio de ciudadanos y ciudadanas que pueden realizar su  aporte a la sociedad. El derecho a voto es un derecho ganado desde hace muchos años y, tal como mencionaba anteriormente, si entidades de tanta importancia como la OMS han revertido sus conceptos conforme a las demandas actuales, por qué no habría de hacerlo la legislación.

No trabajo con este colectivo, pero Chema (a quien conozco personalmente desde que soy miembro de la Asociación Filosofía para Niños de Valencia), sí está en contacto permanente y cuenta con la una gran experiencia, que es el valor agregado que tiene su opinión y defensa de los derechos de las personas con las cuales trabaja y comparte su vida. En una ocasión participé de una sesión de Filosofía para Niños a la cual acudieron dos personas con DI y la enseñanza que obtuve ese día no la olvidaré, jamás. Recuerdo con claridad sus ganas de trabajar, de llevar a cabo sus sueños, de ser mejores ciudadanos y el compromiso con el cual realizan su trabajo. Uno de ellos llevaba a cabo la labor de locutor, y lo hacía con tanto cariño y esmero, que no puedo dejar de admirarle. Su forma de contar cuál era la visión del mundo, su mirada hacia nosotros, los llamados “normales”, me dejo estupefacta. Me hizo replantearme esta concepción tan arraigada, de la normalidad y la anormalidad.

Seguramente existen infinidad historias a lo largo y ancho de todo el país. Historias que serán entrañables, que no salen a la luz en los medios. Detrás de ellas habrá familias enteras  que bregan, día a día, con coraje y esperanza. Familias que son el principal soporte y también necesitan ser reconocidas y mencionadas. Y es por ello que si se cambia la legislación estarán agradecidos y emocionados, y será un gran reconocimiento también a la labor de una gran persona.

Y hablando de familias y sentencias, hoy he leído en el periódico El País que el Tribunal Constitucional ha ratificado una sentencia en contra de la inclusión de un niño con Necesidades educativas especiales en un centro ordinario. ¿Quién regula cuál es el grado  de discapacidad adecuado para escolarizar en una escuela ordinaria o negarle el derecho a votar a una persona? Está claro que siempre se atenderá a las características personales de cada afectado o afectada, pero si abogamos por una verdadera enseñanza inclusiva debemos pensar en las necesidades de la persona que queremos incluir. Es decir, hay una línea roja en la cual el afán de inclusión se puede convertir en segregación. ¿Cómo interpretamos esto? ¿Están todos los centros educativos preparados para atender estos casos tan delicados? No estoy de acuerdo con esta afirmación publicada “En cuanto un menor entra en una aula especial se hace invisible”, ya que los centros especiales cuentan con personal cualificado para abordar las diferentes problemáticas. Quizás sí, se hacen invisible para el resto de la sociedad. El debate está planteado.