21 diciembre, 2013

Cuando en la vida he hallado hacia dónde ir, no es porque lo haya

visto claro sino porque me he arriesgado a explorar”. (Jaume Soler)

 Los niños necesitan que los adultos seamos anclajes estables que nunca les abandonemos  pero también necesitan que, tanto en casa como en la escuela, les enseñen habilidades sociales y emocionales concretas, además de tener oportunidades para poder practicarlas. Sólo de esta forma, ante situaciones de estrés o inestabilidad, serán capaces de ponerlas en práctica.

Daniel Goleman en la introducción del libro “Inteligencia emocional infantil y juvenil” contaba que una madre ante su pregunta de cómo le iba en el colegio a su hija, respondía “Bien, dijo, se le dan bien las matemáticas y muy bien la lengua pero mucho mejor la inteligencia emocional”. Afortunadamente, son cada vez más las escuelas que creen en la necesidad de formar  a los alumnos para que éstos adquieran una mayor capacidad de autoconciencia, un mayor dominio de las emociones perturbadoras, más sensibilidad frente a las emociones de los demás y una mejor habilidad interpersonal. Y también sabemos que los cimientos de estas aptitudes se construyen en la infancia. Por otro lado, la sociedad valora cada vez más, la  inteligencia emocional y social.

En esta línea de trabajo, María Mercè Conangla y Jaume Soler, han creado el modelo de la Ecología Emocional. Este nuevo concepto, creado por ellos en 2002,  implica el arte de gestionar nuestros afectos (emociones y sentimientos) canalizando creativamente su energía para construir una vida más armónica y sostenible. Es un trabajo en equipo mente-emoción. El concepto “eco” hace referencia a la importancia de que ambas vertientes trabajen integradas para que nos muevan a efectuar acciones de mejora en nuestra persona y en los sistemas humanos y sociales en los que estamos inmersos. Incluye dos valores esenciales: la responsabilidad y la conciencia del impacto emocional global.

La ecología emocional platea que de la misma forma que existe una ecología del mundo natural, hay también una ecología del mundo de las abstracciones mentales – ideas y pensamientos – y una ecología emocional humana que abarca todos los fenómenos afectivos. Y así como en la ecología natural se producen transformaciones y cambios bruscos del orden establecido, de forma similar ocurre con las ideas y emociones: hay crisis, estallidos, cataclismos, catástrofes, plagas, contagios, creación y destrucción. Algunas ideas perduran a lo largo de los siglos y se transmiten puras de generación en generación, otras cambian y evolucionan o se pierden en el tejido de los tiempos y quedan como curiosidad en la arqueología de la mente. Pero mientras nuestra dimensión intelectual depende en buena parte de nuestra herencia genética, los fenómenos emocionales son compartidos por todas las personas independientemente de las épocas y culturas. Esta afectividad que nos une a todos merece ser explorada y educada porque condiciona nuestra vida individual y colectiva.

La ecología emocional ofrece un marco nuevo y creativo  para la educación emocional trabajando a la vez los territorios interiores y exteriores y utilizando herramientas que se han mostrado muy efectivas como metáforas, relatos y paralelismos con la gestión medio ambiental.

Promueve un modelo de persona más sostenible y equilibrada que se responsabiliza de la gestión de su mundo afectivo para construir una felicidad auténtica y serena. Se plantea la importancia de fomentar una visión global integradora que, mediante un cambio profundo de ideas, fomente la cultura de la sostenibilidad.

Los principios básicos  que la sustentan son:

 Principio de unicidad: No podemos existir solos prescindiendo de los demás.

 Principio de realidad: La realidad no es como nosotros deseamos que sea: es como es por los  cambios que  se producen  cuando tomamos conciencia de ello.

Principio de libertad: Para elegir adaptativamente debemos poner en juego nuestra capacidad de discernimiento y otorgar a cada una el valor moral y emocional que le corresponda.

Principio de responsabilidad: . La propuesta de la ecología emocional es asumir la responsabilidad al 100% en lo que se refiere a lo que depende de nosotros y podemos controlar.

Principio de respeto: Respetarse a uno mismo para poder respetar a los demás. Respetar la diferencia del otro, sin vivirlo como una amenaza a la propia existencia , sino todo lo contrario.

  • Principio de prevención: La gestión emocional debe basarse en el principio de prevención. Se trata de aplicar la prudencia, la visión anticipada, a las situaciones que vivimos a fin de que nuestra conducta se oriente a crear y nos aporte bienestar.
  • Principio de sostenibilidad: Debemos usar equilibradamente nuestra energía permitiendo un flujo generoso de ideas, emociones, experiencias, conocimientos y vivencias y manteniendo relaciones basadas en la solidaridad y reciprocidad.
  •  Principio de crecimiento paralelo: El equilibrio o desequilibrio interno se ve reflejado en las relaciones que mantenemos con nuestro entorno. Quien se relaciona bien consigo mismo también tiene la capacidad de hacerlo con los demás, y viceversa.
  •  Principio de coherencia: Sólo cuando existe coherencia entre nuestro pensar, nuestro sentir y nuestras acciones, podremos gozar de  equilibrio, bienestar y libertad.
  •  Principio de acción: Debemos actuar en coherencia con nuestros valores personales. Nuestras acciones nos definen.
  • Principio de conservación: Para preservar el estado existente de un espacio natural y emocional debemos controlar  activamente. Todo fluye, algunas especies ganan, otras pierden, nacen, crecen, decaen, invaden, se imponen o son apartadas.

La Ecología Emocional plantea una serie de metáforas como el  pez  Koi,  Aristóteles, una pared llena de nombres, el taburete de tres patas,  y otras  que permitirán comprender y   aplicar la sabiduría emocional en el día a día personal y profesional. (“Emociones: Las razones que la razón ignora”, Mercè Conangla y Jaume Soler).

Estos mismos autores, en su  libro “Exploradores Emocionales” (ISBN: 978-84-342-3836-7) presentan un planteamiento creativo para trabajar con nuestro alumnos la Ecología Emocional.. En sus cinco capítulos, el alumno:

1.-Aprenderá a ser responsable de su planeta exterior, la Tierra, pero también de su planeta  interior, estableciendo paralelismos entre ambos (¿Cómo soy por dentro? ¿Cómo me puedo cuidar?).

2.-Viajará por sus distintos paisajes emocionales y comparará sus sentimientos y situaciones con paisajes concretos (por ejemplo, el desierto de la soledad, el paisaje montañoso cuando tenemos algún problema, etc,).

3.-Reflexionar sobre los espacios de crecimiento personal, los recursos disponibles y la forma de protegerlos.

4.-Conocerá los dragones (miedos) que le impiden avanzar en el recorrido de su crecimiento personal. Y aprenderá  a transformar esos miedos en unas nuevas formas de alcanzar otros tesoros y riquezas

5.-Decubrirá las zonas de su “planeta interior” que debe proteger al igual que los espacios protegidos del planeta tierra.

Me parece una propuesta interesante para trabajar con los alumnos a partir de 3º ciclo de E. Primaria ya que sólo si somos conscientes de que algo es valioso lo protegeremos, lo cuidaremos, lo respetaremos y conseguiremos que crezca. Y ese algo es cada uno de nuestros alumnos y alumnas.