19 julio, 2015

La diferencia entre los juegos competitivos y los cooperativos es significativa. En los primeros, unos alumnos se divierten mientras otros experimentan un sentimiento de derrota y otros son excluidos por falta de habilidad, suponen una división por categorías fomentando las diferencias interpersonales como una forma de exclusión, los jugadores pueden perder la confianza en sí mismos cuando son rechazados y por tanto, en mucha ocasiones terminan siendo divertidos sólo para algunos. Sin embargo, los juegos cooperativos son divertidos para todos; en ellos se crea un sentimiento colectivo de victoria porque para lograr el objetivo, todos los alumnos son necesarios e importantes; se aprende a compartir y a confiar en los demás, se produce una mezcla en grupos heterogéneos que jugando crean un elevado nivel de aceptación mutua, desarrollan la autoconfianza porque todos son bien aceptados y la fortaleza de perseverancia se fortalece.

El área de Educación Física se ha venido abordando tradicionalmente desde una perspectiva competitiva. Existen diversos estudios que demuestran los beneficios de las prácticas cooperativas. Grineski concluyó a partir de un estudio, que un programa de actividad física basado en propuestas cooperativas fortalece la socialización de niños entre ocho y doce años con trastornos emocionales severos. Maite Garaigordobil desarrolló, en España, un estudio dirigido a niños de 3º y 4º de E. Primaria en el que destaca la mejora de la cooperación grupal y de las conductas prosociales altruistas, el significado descenso de las conductas agresivas, la mejora del autoconcepto global del alumnado, el incremento de los mensajes positivos hacia los compañeros y una mejora de la creatividad. Carlos Velázquez Callado en un artículo titulado “Actividades y Juegos Cooperativos en E. Física” plantea el testimonio de una alumna de 6º de E.P. que después de tres cursos de una dinámica cooperativa en esta área, pudo cumplir retos impensables para ella. Partía de un odio hacia la educación física porque como consecuencia de su elevado peso, era muy poco hábil para la actividad física y además los compañeros se metían con ella. Pero a partir de prácticas cooperativas aprendió a disfrutar con sus compañeros realizando ejercicios que antes resultaban imposibles de realizar.

Los desafíos físicos cooperativos implican un recurso didáctico que a su vez lleva una metodología y una organización propia, pero basadas en el Aprendizaje Cooperativo. Y se definen como actividades físicas cooperativas de objetivo cuantificable, planteadas en forma de reto colectivo, donde el grupo debe resolver un determinado problema de solución múltiple, adaptando sus acciones a las características individuales de todos y cada uno de los participantes. Son un conjunto de actividades en las que existe una relación directa entre los objetivos del grupo y las posibilidades de éxito de las personas, de forma que sólo uno consigue el objetivo o reto planteado si es alcanzado por el resto de compañeros del grupo. Se precisa la participación activa de todos los miembros porque todos son igual de importantes y de útiles.

En cualquier desafío aparecen tres componentes esenciales:

  • Motriz porque hay una ejecución motriz de las diferentes soluciones
  • Conceptual porque el grupo tiene que resolver un problema para el que puede haber distintas respuestas.
  • Afectivo-relacional por la puesta en marcha de factores intrapersonales e interpersonales que repercuten en el éxito o fracaso de la tarea.

Podemos por ejemplo, plantear que un grupo de alumnos heterogéneos salte una valla de una determinada altura sin tocarla, pero sólo hay éxito cuando todos saltan. Si los más hábiles saltan, dejarán atrás a los menos capaces o a los que tengan miedo. Pero el desafío consiste en construir una solución que les permita saltar a todos partiendo de soluciones individuales que beneficien a todo el grupo. En este ejemplo, podemos comprobar cómo unos pueden aportan su habilidad física, otros su capacidad de estrategas, otros sus habilidades personales de liderazgo para conseguir que el grupo se mantenga unido, etc.. En este tipo de actividades todos los alumnos son valiosos y pueden destacar.

Constituyen por tanto, una propuesta didáctica muy interesante desde la perspectiva del profesor porque eleva la motivación del alumnado y permite la creación de un sentimiento de grupo mejorando las relaciones entre iguales. Pero también del alumnado, ya que favorece la aceptación de las diferencias para enriquecerse mutuamente, elevando el nivel de autoconcepto.

Por todo lo expuesto, se puede concluir que además estos juegos y desafíos cooperativos son una herramienta más para mejorar la convivencia y fomentar en el alumnado, una serie de valores (el diálogo, el respeto, la ayuda, la cooperación, pensar antes de actuar, aprender a reflexionar en grupo, revisar desde la crítica constructiva distintas soluciones posibles, etc.) indispensables en la sociedad del momento.