29 noviembre, 2015

Eso me pregunto desde hace mucho tiempo. Estaréis de acuerdo que el patio de juegos, sobre todo en primaria, lo acaparan los niños. Fútbol, carreras provocan que las niñas queden relegadas a un espacio acotado del patio. Ellas, con sus cuchicheos, con cierta «pasividad», que sin querer dan paso a los juegos más ¿activos? de sus compañeros.

Si hablamos de inclusión en la escuela, debemos empezar por aspectos tan reales y cotidianos como incluir en esos espacios a las niñas. Los chicos quieren jugar al fútbol, vale, pero o delimitamos el espacio, o proponemos turnos de juego. Pero pareciera que estos asuntos no se discuten. Será que las actitudes pasan desapercibidas, precisamente, en el llamado “currículo oculto”. «De todos es sabido que, frente al currículum explícito que se desarrolla en las escuelas, existe otro de carácter oculto que actúa de manera eficaz en el proceso de aprendizaje de los alumnos y de las alumnas y, qué duda cabe, aunque en este aspecto no se ha insistido suficientemente, del profesorado (Torres, 1991; Etkin, 1993; Santos Guerra, 1994). En efecto, también los profesores y las profesoras (es imprescindible tener en cuenta las perspectivas de género y hacerlas patentes en la reflexión educativa) aprenden concepciones, actitudes y formas de comportamiento.»

Entonces, si atendemos a la reflexión de prestigiosos autores, los juegos en el patio guardan un currículum oculto muy importante. ¿Cuál es el mensaje recóndito que transmitimos los adultos permitiendo la supremacía de algunos juegos sobre otros? No hablamos acaso con insistencia de la igualdad en los centros. Surgen dudas, y a veces los discursos en educación son muy contradictorios, o al menos ambiguos. Insistimos en que dese pequeños deben aprend