2 diciembre, 2014

Hoy he sucumbido, lo confieso, y hemos comenzado a cantar villancicos en clase … me ha costado lo reconozco también; cada año me cuesta más comenzar con las actividades navideñas con los niños por la sobreexposición que sufrimos.

Ya desde mediados del mes pasado comenzó el bombardeo con los primeros catálogos de regalos y las ofertas de comidas y dulces para estas fechas próximas. Entenderme no soy Mister Scrooge … pero con lo años tampoco soy Papa Noel para que negarlo, en tanto en cuanto estas fiestas se miden por la cuenta de resultados de las empresas y todo se llena de estadística yo me voy alejando de ellas. Todo está orientado al consumo desmedido, al gasto, al derroche …

Pensar en comer y comer, regalar y comprar sin ningún sentimiento hace que participe … qué remedio nos queda, pero que intente poner un cierto freno al “desfreno”.

En lo personal intento racionalizar, vamos a comer menos; vamos a intentar gastar menos y hacerlo con más cabeza no dejándonos llevar por impulso de la última oferta importada de otros lugares. Los regalos pueden ser solidarios y comprometidos; pueden ser de artesanía y no de multinacional; pueden ser de personas cercanas que se ganan la vida cerca de nosotros y no del otro lado del mundo.

Estoy intentando trasladar estas pequeñas acciones a mi aula, al pequeño espacio educativo en el que puedo influir, buscando por un lado no dejar fuera de juego a mis niños pero por otro lado intentando transmitir cierta sensación de tranquilidad, de cordura, sí, llega la Navidad pero no tenemos que volvernos locos con los regalos. Podemos hacer una carta a los Reyes con menos cosas; cosas que realmente nos apetezcan por la razón que sea, y no tienen porque ser necesariamente juguetes, quizás pueda ser más tiempo para jugar, o un viaje o cosas más intangibles que nos permitan dar la vuelta al calcetín navideño.

Debemos celebrar la tradición en función de nuestras creencias e ideales, de la idea que tengamos en casa o en nuestro pueblo, ser parte de la fiesta pero sin que ello suponga volvernos “locos”.

Vamos a imaginar otra Navidad, es la propuesta que he lanzado en primera instancia a los niños y que posteriormente vamos  a trasladar a las familias ¿Qué Navidad te gustaría? ¿Qué Navidad necesitas? ¿Qué Navidad te apetece disfrutar?

Puede quedar en un simple experimento que se olvidará una vez tomemos vacaciones pero … quién sabe, quizás movamos algo la sensación generalizada de que para disfrutar es imprescindible dejarte llevar por las corrientes del mercado que todo lo mueve y a cada rincón llega.

El curso pasado hablabamos de hacer las cosas más despacio; educarnos y educarles desde el sosiego, quizás sea un buen momento estas fechas que se avecinan, tomemos otra perspectiva, respiremos …

¿Somos capaces de cambiar alguna de nuestras rutinas navideñas por otras más sostenibles? ¿Somos capaces de ser críticos con la publicidad y los grandes medios que nos empujan a un consumo desmesurado?

Solamente si lo intentamos podremos ser capaces de descubrirlo, dediquemos más tiempo a jugar, a pasear, a leer con nuestros niños y menos tiempo a ir de compras estoy convencido que conectaremos mejor con ellos, aprenderemos y disfrutaremos mucho más ¿alguien se anima? Feliz semana 😉