5 mayo, 2013

Una de las cuestiones que siempre ha propiciado la convivencia en los centros educativos, y que, simultáneamente,  provoca constantes enfrentamientos, es el uso de los materiales y los recursos comunes. Si las pistas de educación física no tuvieran horarios organizados, nadie sabe cómo acabarían los estudiantes de la mayor parte de los centros. Sin embargo, últimamente, los alumnos no sólo requieren utilizar las instalaciones deportivas. Muchos de ellos tienen en las aulas de informática y en las aulas multimedia, recursos fundamentales para su estudio y para su entretenimiento. El acceso a estos medios, si bien es cierto que ya está prácticamente generalizado, no siempre es todo lo frecuente que debería. A esta cuestión hay que añadir que algunos centros educativos están empezando a pensar en sustituir los libros de texto por licencias de contenidos digitales. Para poder llevar a cabo este plan, es necesario utilizar tanto ordenadores como tabletas, y, en muchos casos, debemos gestionar primero una cultura, poco desarrollada, de cuidado por los recursos comunes. Los estudiantes deben comprender que el trabajo que están desarrollando va a requerir, cada vez más, el uso de una serie de herramientas técnicas que no son precisamente baratas, y es necesario que se responsabilicen de su correcta utilización.

Muchos de esos nuevos medios implican el desarrollo de documentos colaborativos, de ideas surgidas en grupos de trabajo, y, para poder conseguir que estos procesos sean realmente útiles, es necesario que esa cultura de colaboración haya crecido en nuestras aulas. 

Nos enfrentaremos, en un futuro muy cercano, a un cambio de paradigma educativo. Las nuevas posibilidades que nos ofrece la tecnología, hacen que muchas de las actuaciones que llevamos a cabo en nuestros centros puedan sufrir importantes cambios. Y para que estos cambios produzcan una mejora, debemos tener en cuenta varias cuestiones. De poco nos servirá que seamos capaces de utilizar la tecnología a diario, si el cambio que va a producir no ha sido preparado con anterioridad. No podemos cooperar usando los nuevos medios, si previamente no hemos creado una cultura de colaboración, no podemos innovar con ellos, si previamente no fomentamos la innovación en nuestras clases. Hay que recordar que somos humanos y trabajamos con seres humanos, y, sólo si nos basamos en las personas, los cambios tecnológicos serán positivos para nuestro sistema educativo.

Debemos ser capaces de ver estos recursos como herramientas, no como un fin en sí mismo, y si queremos que sean utilizados de forma racional, colaborativa y fomentando una convivencia adecuada alrededor de ese trabajo común, debemos prepararlo. La tecnología no nos va a dar nada resuelto, al contrario, va a suponer siempre un reto. Ese reto es fascinante, abre nuevos caminos y nos ofrece cientos de posibilidades, pero ninguno de esos avances significará nada si no somos capaces de dotarlos de un sentido profundo, de una visión pedagógica, y de un ámbito para el aprendizaje colaborativo.

Preparando ese futuro, que ya tenemos a nuestras puertas, debemos pensar sobre cómo el uso de estos nuevos medios va a incidir en la convivencia. Una de las cuestiones que más se valoran en todos los análisis pedagógicos, es la necesidad de fomentar entre nuestros estudiantes el trabajo en equipo; aumentar sus competencias para cooperar, poner en marcha propuestas comunes y ser capaces de interactuar unos con otros de forma fluida. Para que este objetivo pueda cumplirse, necesitamos una coordinación  efectiva entre los diferentes docentes del centro, que deberían seguir una serie de pautas comunes, y, de esta forma, asentar metodologías de trabajo donde prime la colaboración entre los estudiantes. Así podríamos empezar a percibir el uso de los materiales compartidos y de las herramientas comunes, no como una limitación por los recursos del centro, sino como un aprendizaje necesario para nuestros estudiantes.

Si conseguimos esto, no vamos únicamente a mejorar su capacidad para estudiar usando de forma eficiente los recursos, sino que sentaremos las bases de una forma de trabajar que será absolutamente necesaria para su futuro.

 Óscar Martín Centeno

Acción Magistral